Seguí corriendo hacia la casa mientras pensaba en Alexandra y en Rosalie. Las dos eran muy diferentes pero ¿me podían gustar las dos? No. Esa era la respuesta que más me dolía después de haber estado tanto tiempo con Rosalie, el cambio no iba a ser muy bueno para los dos pero ¿qué podía hacer? ¿Ocultárselo? Los remordimientos de conciencia me estaban matando y ella seguía sin aparecer por Forks. Si no venía en unos días tendría que ir a buscarla para contárselo.

Y a Alexandra no soportaba verla así en el instituto, ya no se sentaba conmigo en clase ni en la cafetería. Había pasado a ignorarme tanto como yo intentaba ignorarla a ella. Pero aun así cuando veía sus ojeras y sus ojos hinchados, no podía hacer otra cosa que culparme a mí mismo por lo que la había hecho. Estaba mal, bastante mal. Ella tenía un novio y yo lo había fastidiado todo. Cuando le había preguntado a Edward por ella me había dicho simplemente que se lo preguntara yo mismo pero no podía.

Un olor conocido llegó a mi nariz y me dio un vuelco al estómago, era Rosalie. Había vuelto de Nueva York. Aceleré el paso aunque en realidad no quería llegar y encontrarme con ella. ¿La habría llamado Edward? ¿Lo sabría ya todo? No, lo más probable es que no porque sino habría matado a Alexandra.

Estaba allí apoyado un árbol cerca del río esperándome tan guapa como siempre aunque en sus ojos podía ver su preocupación y su ¿miedo? Me acerqué a ella caminado lentamente para observar la expresión de su cara pero ella siguió mirando hacia la casa sin dar ninguna muestra de que me había oído llegar. Cuando me coloqué al lado suyo me abrazó pero ese abrazo no era como los otros mucho que me había dado, por el contrario era frío y apresurado. Algo no iba bien y no tenía que ver con Alexandra.

-¿Podemos ir a hablar a otra parte? Al bosque, donde nadie pueda oírnos –me preguntó
-Claro.

Ambos corrimos hasta que por fin ella se paro a unos cuantos kilómetros de la casa cerca de un prado en el cual habían estado hacía unos momentos unos ciervos. Caminó hacia el centro de la estancia y se quedó mirando por un momento los árboles que crecían a nuestro alrededor.

-¿Qué es lo que quieres decirme? –pregunté después de unos segundos ya que no podía soportar el silencio que había entre nosotros.
-Emmet, sabes que lo nuestro no funciona desde hace mucho tiempo. Nuestros intentos no han funcionado –continuó- tantos viajes de luna de miel, ya nada es como antes. Lo nuestro no es como era antes.
-Pero…
-No, espera, déjame acabar –me cortó- cuando te salvé de aquel oso. No me enamoré de ti fue después te quería para mí pero nunca fue una relación normal. No nos enamoramos como los demás simplemente te elegí y estuvimos juntos. ¿Es lo nuestro de verdad amor, Emmet? –parecía como si estuviera deseando que diría que sí, como si lo esperara.
-No lo sé. Quizá nunca lo ha sido. Quizá nunca lo fue –dudé- yo estuve enamorado de ti Rose pero ahora…
-¿Sabes por qué fui a Nueva York? –negué con la cabeza- Para pensar en todo esto. Supongo que tú también lo has hecho en mi ausencia - dijo sollozando.
-Sí, lo he hecho y al estar separado de ti, me he dado cuenta de todo lo que me estás contando ahora. Pero puede que haya esperanza para nosotros si nos vamos solos y… no sé
-No la hay Emmet. He conocido a alguien en Nueva York –una bestia dentro de mi rugió- otro vampiro y… creo que me he enamorado de él.
-¿Me has estado engañando con otro todo este tiempo? ¿Por eso Alice vino antes? –dije gritándola.
-Sí
-¡Genial! Así que todo el mundo sabe que mi mujer me está poniendo los cuernos menos yo. Y yo que me sentía culpable por lo del beso… -di una patada a un árbol que salió volando produciendo un estruendo.
-¿Qué…
-¿Ya has terminado Rosalie? ¿O tienes algo más que confesar?
-No, yo ya he terminado pero…
-Adiós Rose. No quiero volver a verte nunca –concluí.

Ella se quedó quieta donde estaba sin mover un músculo sorprendida pero a mí no me dio tiempo a contemplarla ya que eché a correr por los árboles sin pensar en nada intentando mantener la mente en blanco y, de repente ante mis ojos apareció la casa de Bella. No sabía como había llegado hasta allí. Me quedé un rato observando la casa, en ella sólo estaba Alexandra, la podía oír en su cuarto. Estaba con el ordenador, seguramente hablando con sus padres o quizá con su novio.

Tiré una piedra todo lo suave que pude hacia su ventana. Podría haber entrado pero no quería asustarla. Se asomó a la ventana y su cara mostró sorpresa al verme, nos quedamos mirándonos durante un rato y finalmente abrió la ventana.

-Hola –me dijo.
-Hola, ¿puedo subir?
-Supongo
-Bien, apártate de la ventana
-¿Qué?
-Tú apártate –dije mientras saltaba hacia ella y aterrizaba limpiamente en su habitación.

Ella me miró sorprendida pero no hizo ningún comentario. Parecía cansada, era como si no tuviera ganas ni de hablar. Se sentó en la silla y se quedó mirándome como si intentara comprender algo de lo que yo no tenía ni idea.

-¿Qué tal estás? – inquirí
-Bien. ¡Genial! Acabo de romper con mi novio por el Skype.
-Lo siento. Pero no tenías porque haberlo hecho –dije aunque una parte de mi bastante grande estaba contenta de que lo hubiera hecho.
-Lo sé. ¿Por qué has venido?
-Me voy a ir durante un tiempo y antes quería asegurarme de que estabas bien.
-¿Por qué te vas?
-Rosalie ha vuelto hoy y me ha dicho que se ha liado con otro.
-¿Qué? –dijo mientras saltaba de la silla y me abrazaba.

Ese abrazo me sorprendió pero no pude hacer otra cosa que devolvérsele y aferrarme a él como mi última esperanza. Luego me separé de ella lentamente con cuidado y la miré. Me acerqué a la mesa en la que antes había estado ella y cogí un boli y un papel. Escribí el lugar en el que iba a estar durante mi ausencia y se le entregué doblado por la mitad.

-Prométeme una cosa, si me necesitas para lo que sea para hablar o para algo y no puedes esperar a que venga me encontrarás en esta dirección. Pero no la puedes leer hasta ese momento. Mantenla doblada y no la leas por favor.
-¿Por qué? –inquirió mientras la caía una pequeña lágrima cristalina por el ojo.
-Tú prométemelo ¿confías en mí?
-Sí
-Bien –dije y me preparé para saltar por la ventana.
-¡Espera! – exclamó- ¿estarás bien?
-No lo sé.

Asintió mientras me daba un beso en la mejilla, la cual note cálida durante unos instantes y luego salté y me fui.

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1 comentarios:

esther* dijo...

Holaaa :)
Acabo de descubrir tu página
Espero k no te importe que te deje un comentario ^^
Me encanta este fic
Estoy enganchada a él y eso que me lo acabo de leer
Continuaa
Quiero saber que le pasa a Emmett y a los otros (=
Pongo para seguir esta página con mi blog vale?
Kisses*

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