Quizás la idea de traer a Jasper y Emmet a la fiesta no había sido tan buena. Pero claro, no había contado con la presencia de los perros. Ambos se habían quejado de que 1es hubiera convencido para venir pero así por los menos les podía ir entreteniendo hasta la vuelta de Alice y Rosalie, si volvía, claro. Ellos no sospechaban nada, por supuesto, ambos se habían quedado confusos por su partida para “ir de compras”. En realidad ellas no había mentido, sólo habían ocultado parte de la verdad.
Miré a Bella, parecía aburrirse un poco de estar allí en la cocina pero sabía perfectamente lo poco que nos gustaban los quileutes. Llegó Alexandra que venía a por una botella de agua.
-¿Todavía estáis aquí?- preguntó sorprendida.
-Sí, es que nos gustan las baldosas de la cocina -le contestó Emmet. Ella le sacó la lengua.
-No en serio ¿por qué no vais al salón? –vi como en su mente se dibujaba la cara de los perros al vernos entrar.
-Es que huele mal allí –respondió Emmet. De pronto Jasper se tensó y miré a Emmet con cara de alerta ¿es qué no podía tener la boca cerrada? ¿Por qué se le había escapado eso?
-Bueno hay algunos chicos que han devuelto pero tampoco creo que huela mal, más bien a alcohol y tabaco que a otra cosa -uf por suerte no se había enterado de nada.
-Está bien vamos.
Agarré a Bella con delicadeza y nos fuimos al salón y los demás nos siguieron y se colocaron contra una pared lo más lejos posible de Jacob y sus amigos, Alexandra se quedó con ellos hablando.
-Edward, sabes que no me gusta bailar –dijo al ver mis intenciones.
-No tienes por qué hacerlo –la contesté levantándola suavemente unos centímetros del suelo- ¿te he dicho lo guapa qué estás está noche?
-Sí, ¿y te lo he dicho yo?
-Sí –sonreí, pero en ese momento vi como Francesco se levantaba hecho un basilisco con la mirada fija en Paula y Mike y aparté a Bella para que no la hiciera nada al pasar.
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