Mike y yo llevábamos bailando toda la fiesta pero no se había lanzado, ¿por qué? Quizá fuera un romántico de esos que esperan el momento y el lugar perfecto. Yo le gustaba eso lo sabía, pero no comprendía por qué tardaba tanto, al final me iba a tener que lanzar yo.
Le miré, un mechón rubio colgaba de su frente, paré de bailar y se la coloqué en su sitio. Ambos nos miramos, su cara se giró hacia un lado y cuando estaba tan cerca que ya podía oír su respiración algo me empujó hacia un lado bruscamente. Levanté la cabeza a tiempo para ver como Francesco le daba un puñetazo a Mike en la cara. Éste al principio le miró sorprendido pero luego se le devolvió. No me lo podía creer, en menos de dos segundos ya estaban por el suelo pegándose. Pero no pude reaccionar hasta que vi como Alexandra se acercaba corriendo e intentaba agarrar a Francesco, pero se tuvo que apartar ya que casi la dan un puñetazo, apareció Emmet como de la nada y la ayudó a agarrar a Francesco, bueno más que nada le levantó en el aire y le apartó. Alexandra me miró y salió por la puerta con los dos. Entonces fue cuando pude reaccionar y ayudé a Mike a levantarse, tenía toda la cara cubierta de sangre.
-¿Seguro que estás bien? –le pregunté por enésima vez.
-Sí, prácticamente no me duele.
Estábamos en la cama de su habitación con un botiquín y le estaba curando las heridas de la cara. No tenía muy buena pinta, un ojo estaba adquiriendo un color púrpura y tenía un labio partido.
-¿No quieres que vayamos a un hospital? Igual te tienen que dar puntos en el labio.
-No, de verdad estoy bien –me aseguró.
-Lo siento.
-¿Por qué?
-Ha sido por mi culpa. Lo tendría que haber sabido. Yo… no tendría que haberme enrollado con Francesco –estaba angustiada.
-¿Te enrollaste con él? –preguntó ceñudo y una mueca surcó en su cara por el dolor.
-Sí, en el avión al venir para aquí pero yo le dejé las cosas claras. Le dije que no le quería a él y que tú me gustabas.
-¿De verdad te gustó?
-¿No es evidente?
Sin pensármelo dos veces le besé y él me devolvió el beso. Luego su boca rodeó mi cuello suavemente y un escalofrío me recorrió toda la espalda. Le quité la camiseta lentamente y ambos nos tumbamos en la cama, nuestros cuerpos se entremezclaron mientras el me quitaba mi vestido y sus labios empezaron a recorrer todas las partes de mi cuerpo descubierto. Habíamos empezado y no podíamos parar.
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