La playa de la reserva estaba bastante bien, tenía medio kilómetro de largo y terminaba en un terreno escarpado hacia unos acantilados. No llovía pero pronto lo haría ya que todo el cielo estaba cubierto unas densas nubes grises. No hacía frío, o al menos a mí no me lo parecía, ya que era difícil saberlo estando entre los brazos de Jacob que miraba pensativo hacia el horizonte. Nos encontrábamos en medio de la playa sentados en una roca.
-¿En qué piensas? - le pregunté. Esperó unos segundos antes de contestarme y luego me miró a los ojos.
-¿Alguna vez has tenido un secreto y te daba miedo contarlo?
-No lo sé. Supongo. Todo el mundo tiene secretos - respondí confusa.
-Ya… - desvió la mirada - hay algo que tengo que contarte pero no se si me vas a creer y si lo haces quizás salgas corriendo que sería lo más normal.
-Jake, ¿qué pasa? - le sujeté la cara - Yo no voy a salir corriendo a ningún lado.
-Es que no sé como explicarte, se me han ocurrido mil maneras durante esta semana pero ahora me he quedado en blanco.
-Suéltalo sin más.
-Ya. ¿Sabías que según las antiguas leyendas los quileutes descendemos de los lobos?
-No. ¿Pero eso qué tiene que ver con…
-Déjame acabar - me interrumpió poniéndome un dedo en los labios - ¿y si te diría que soy un hombre lobo?
-Jake no me vaciles si no quieres contarme nada no pasa nada pero no me vengas ahora con animales mitológicos.
-Te estoy diciendo la verdad Tamara soy un hombre lobo, un licántropo o como quieras llamarlo - me miró durante unos instantes - no me crees ¿verdad?
-Pues no Jake… - ¿a qué venía esto?, ¿estaba loco o me estaba vacilando?
-Te lo demostraré.
Se acercó a un linde del bosque cercano quitándose las playeras. Yo miré hacia la playa un segundo y cuando volví la cara el susto fue inmenso. Mi corazón empezó a latir fuertemente. Delante de mí había un lobo más grande que un oso. El miedo se apoderó de mí y di un paso hacia atrás pero él no intentó acercarse simplemente se quedó donde estaba mirándome. ¿Dónde estaba Jacob? ¿Estaría bien? El lobo había salido por el mismo sitio que él había entrado… El miedo no me había dejado pensar en un principio pero ahora todo tenía sentido, las entradas al bosque de Jacob o las salidas de él cuando yo no estaba, su alto calor corporal, la cosa que me ocultaba y que Leah dijo que no podía contarme…
-¿Jake? ¿Eres tú?
El lobo color ladrillo asintió levemente con la cabeza pero no hizo ademán de acercarse. El miedo había abandonado ya todo mi cuerpo. Si era Jacob no podía hacerme daño. Me acerqué, él no hizo ningún movimiento, simplemente se quedó quieto, no quería asustarme. Alcé una mano y le toqué el pelo. Era suave y estaba tan caliente como él. Me quedé un rato mirándole y acariciándole. Esto no podía ser verdad.
-¿Puedes volver a transformarte en tu forma humana? - pregunté confusa. Tenía mil preguntas que hacerle. Se dio la vuelta y apareció en vaqueros después de unos minutos con su otra ropa en la mano.
-¿Estás bien? - preguntó cauteloso si acercarse demasiado a mí.
-Sí, eso creo - nos miramos - entonces ¿eres un lobo?
-Sí.
-¿Y no se supone que los hombres lobo solo salen en luna llena?
-Un mito.
-Ah - nos quedamos en silencio.
-Tamara…
-¿Sí?
-¿Me tienes miedo? Quiero decir que si no querrías volver a verme lo entendería - me dijo tristemente.
-No te tengo miedo contigo me siento protegida. Incluso cuando he visto el lobo y me he enterado de que eras tú me he sentido segura.
-¿De verdad? ¿No me tienes miedo? ¿Y sigues queriendo estar conmigo? - me preguntó esperanzado.
-Pues claro. Tú eres la única persona con la que me he sentido llena. No sé, es raro, es como si ahora que te conozco no podría separarme de ti - sacudí al cabeza y le miré confusa.
-Ya bueno, eso es por la imprimación - respondió con una sonrisa de oreja a oreja y me agarró de la mano.
-¿La qué?
-La imprimación tiene que ver con ser lobos. Se supone que yo te imprimé el día en que nos vimos. No fue adrede, por supuesto, eso simplemente pasa y desde entonces y hasta que me muera estaré enamorado de ti. Es como si a mí me hubieran hecho sólo para amarte. Estábamos destinados a encontrarnos - enarqué un ceja - ya se que suena un poco raro, quizás te lo explique mejor Emily o Kim.
-¿Emily o Kim? ¿Hay más lobos?
-Sí, todo mi grupo de amigos son lobos y, bueno, también Leah es una loba.
-¿Las chicas pueden serlo?
-Sí, bueno, sólo está Leah. Ahora ya sabes por lo que está siempre de mal humor con nosotros. No le gusta que sepamos todo lo que piensa aunque bueno, eso a ninguno de nosotros nos gusta - vio mi confusión en los ojos - es que cuando estamos en forma de lobo oímos nuestros pensamientos.
-¿Siempre?
-Sí.
-¿Y no les molesta que me lo hayas contado?
-No, que va - se rió - ellos querían que lo hiciera para que te unieras a la familia, les caes muy bien.
Le abracé. No sabía por qué pero no le tenía miedo ni a él ni a ninguno de sus amigos. Levanté mi cara hacia él y le besé. Por fin me había contado su secreto ese que me había estado ocultando y Leah no me había querido contar y tampoco era tan malo al fin y al cabo. Era un lobo y no parecía peligroso, más bien al contrario, me sentía protegida cuando estaba con él y eso estaba bien.
-¿Sabes qué, Jacob? - le miré - Te quiero.
-Yo también a ti –dijo mientras una sonrisa se dibujaba en su cara.
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