Me acerqué a la señora Newton y ésta me cogió la maleta. Por el camino me contó que tenía un hijo de mi edad, Mike, que iría al instituto conmigo. Era maja aunque no parecía la típica mujer de pueblo. Ella llevaba ropa moderna y zapatos de tacón, durante todo el viaje me pregunté por qué vestiría así hasta que me comentó que primero ellos vivían en California. Eso lo explicaba todo, ella no había faltado a sus costumbres, como el gusto, que es exactamente lo que yo no haría.

- La verdad es que me hace mucha ilusión tener a una chica en casa ya que yo sólo tengo un hijo… pero ahora todo será perfecto ¡por fin podré ir de compras con alguien!
- Sí, ir de compras es uno de mis hobbies favoritos

Luego estuvimos hablando de que lo más práctico era comprar en Port Angeles aunque también podíamos ir a Seattle algún día. No podría haber habido un tema de conversación que me gustara más que las compras. Por fin llegamos a Forks, un pueblo no muy grande con casas muy diferentes a lo que estaba acostumbrada a ver en España. Paramos en mitad de una calle llena de casas iguales. ¡Genial, ahora encima me iba a tener que fijar en que casa era de todas! Aparcó enfrente del garaje y salió un hombre de la casa para ayudarnos a llevar las maletas, el señor Newton. Entramos en la casa y la señora Newton llamó a su hijo que bajó después de un rato y al verme se quedó plantado en mitad de la escalera. Era rubio y con ojos azules llevaba el pelo engominado pero era guapísimo, el típico surfero californiano, parecía que había tenido suerte con esta casa.

- ¿Hola! ¿Qué tal el viaje? –me preguntó mientras subíamos a la que iba a ser mi habitación.
- Ha estado muy bien, aunque un poco cansado –me dejaron sola para que organizara mis cosas.

Sí, el viaje no había estado tan mal como había pensado pero ahora ¿qué iba a hacer con Francesco? No quería salir con él ni nada parecido y menos después de haber visto a Mike ¡qué bueno estaba! Tendría que hablar con él para aclarar las cosas o quizá si le ignoraba ya no se acercaría más a mí. Estaba hecha un lío, no sabía qué hacer, sacudí la cabeza y aparté esos pensamientos de mi mente. Miré lo que tenía delante, era una habitación bastante grande y completa. Había tenido suerte. La cama se encontraba en medio de la habitación y el armario y la mesa en dos esquinas enfrentadas. Me gustaba. Miré por la ventana. El cuarto daba al patio trasero de la casa, un pequeño jardín con hamacas. Suspiré y me dispuse a abrir la maleta.

Bajé las escaleras cuando la señora Newton me llamó para cenar. Todos nos sentamos en la mesa de la cocina y ella nos sirvió la comida. Mientras comíamos estuvimos hablando del instituto sobre todo. Mike me aseguró que me acompañaría a todas las clases que tendría el próximo día, era un cielo de chico, aunque de verdad parecía que quisiera ir conmigo. Después de la cena subí al cuarto de Mike con él, tenía un anuario del curso anterior del instituto y me estuvo enseñando fotos para que reconociera a algunos al día siguiente. La verdad es que todos parecían los alumnos típicos de cualquier instituto, algunos agraciados y otros no pero mis ojos se detuvieron en cinco alumnos que tenían la tez blanca como la nieve y su belleza era cautivadora. Leí sus nombres: Edward, Alice y Emmet Cullen; y Rosalie y Jasper Hale. Le pregunté a Mike sobre ellos y me dijo que eran los hijos adoptados del un tal doctor Cullen y que vivían en las afueras, al parecer cuatro eran novios entre ellos y el Edward salía con Bella, la chica de la casa de Alexandra. Parecía que a Mike no le gustaban nada los Cullen.

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